Esta historia es un ejemplo más del Macondo donde vivimos. Todo comienza cuando el uribismo perdió su fortín electoral y económico: Medellín y Antioquia.
El 27 de Octubre de 2019, fue la oscura noche, que dejó debilitada a la derecha y al uribismo en general. El alba del día siguiente fue una larga jornada de guayabo electoral para el Centro Democrático al ver que, en las elecciones locales y regionales, no fue respaldado su debilitado proyecto electoral.
El golpe más duro fue enterarse que perdían Medellín y Antioquia, su caja fuerte electoral, política y económica. Por un lado, Daniel Quintero le gana al candidato ultra-uribista, Alfredo Ramos, con una diferencia de más de 68 mil votos. Por el otro lado, Anibal Gaviria le gana a otro uribista radical, Andrés Guerra, con una gran diferencia de 170 mil votos.
Después de la aplastante derrota, comenzaron a pensar en las elecciones del 2022, y en la manera de recuperar a Medellín y Antioquia, ciudad y departamento que hicieron la diferencia para que Iván Duque llegará a la Presidencia en el 2018.
Es así como desde principio de año, el uribismo ha empezado a agudizar sus ataques y a acelerar sus estrategias de cara a las elecciones del 2022:
- Alejarse del Presidente Iván Duque, ya que su favorabilidad está por el piso y sus decisiones han desatado un descontento social generalizado.
- Reforzar la revocatoria del alcalde Daniel Quintero en Medellín como una de sus pocas opciones para recuperar fuerza electoral y política.
- Cambiar el discurso. Ahora el uribismo habla de bajar las horas de jornada laboral, de educación gratuita para estudios superiores y programas sociales que antes consideraban castro-chavistas.
Pero… ¿Por qué está pasando esto?
Rebobinemos:
Los hechos políticos en lo que va corrido de este año, han demostrado que el uribismo como fuerza política está perdiendo seguidores y legitimidad, sobre todo si tenemos en cuenta que su máximo líder, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, en la más reciente encuesta de Datexco con La W alcanzó una imagen desfavorable del 73%, una clara señal de que el país se cansó de su política de guerra.
Y es que la encuesta es solo una radiografía de lo que pasa en el país con el Centro Democrático, pues con innumerables muestras artísticas, en diferentes ciudades durante el paro nacional, la sociedad mostró su rechazo contra Uribe, su permanencia en el poder en cuerpo ajeno, su manejo de las instituciones a conveniencia y su política de privilegiar la guerra en un país que pide a gritos paz y vida digna.

Adicionalmente el descontento nacional con el presidente Duque, desde los partidos políticos y las instituciones, ha repercutido fuertemente en el Centro Democrático, a tal punto que personajes tan polémicos, como Paola Holguín y Tomás Uribe, (con imagen desfavorable del 69% y el 74% respectivamente según encuesta Datexco y La FM), han cobrado relevancia y sus polémicas y desafortunadas declaraciones han hecho que el repudio y la necesidad de cambio en el país crezcan a niveles incontrolables para el Uribismo, que se ve desesperado y acudiendo a cualquier artimaña para intentar recuperar su caudal electoral.
Las elecciones presidenciales de 2018
En las elecciones de 2018 para la presidencia, según analistas y políticos, Antioquia y Medellín fueron determinantes para el resultado electoral del presidente Ivan Duque. 18 de cada 100 votos que sumó Iván Duque Márquez en segunda vuelta, los obtuvo en este departamento.
La votación en Antioquia superó en segunda vuelta los 1,8 millones de sufragios. Duque fue además el candidato más votado en 120 de los 125 municipios del departamento. En la capital antioqueña triplicó la votación del candidato de la Colombia Humana. Mientras el Duque, obtuvo 693 mil votos, Petro solo sumó 208 mil.

Sin embargo, la victoria de Duque significó el comienzo de la derrota del Uribismo, de la pérdida de su credibilidad y de su caudal político. En 2019 iniciaron las manifestaciones populares, que se detuvieron por la llegada del coronavirus al país, sin embargo, el estallido social fue la radiografía del sentir ciudadano contra el partido de gobierno y lo que éste representa.
Así las cosas, aunque ganaron la presidencia, esas elecciones de 2019 fueron una sacudida fuerte para el partido de gobierno, Centro Democrático, pues sus candidatos no fueron elegidos. Perdieron Cali, el departamento de Caldas y a Manizales, – ambas aseguradas días antes de elecciones-. Fueron derrotados en el departamento del Huila; en la ciudad de Florencia, en el Caquetá; quedaron últimos en Bogotá y apenas lograron mantener la gobernación de Casanare y Vaupés
Esas elecciones evidenciaron que en el tablero hay una nueva ciudadanía más informada, consciente, progresista y diversa, que se preocupa por el ambiente, los animales, los derechos humanos, los derechos de las diversidades sexuales, temas y colectivos que entraron pisando fuerte en la política en defensa de sus causas y para derrotar en las urnas el poder del Uribismo que ha gobernado por 20 años.
La pandemia desnudó la crisis y agudizó la indignación social
La pandemia sirvió para desnudar las realidades que se habían normalizado hace años, pero a su vez sirvió para mostrar la incapacidad de gestión del que dijo Uribe, que convirtió la emergencia sanitaria en un talk show en prime time para hablar de las ‘bondades’ de su gobierno con la excusa de dar información importante respecto a la COVID-19.
Fue entonces, cuándo la gente decidió salir a las calles, en masa, a reclamar por las constantes masacres, los asesinatos de líderes sociales, por la reforma tributaria y la reforma a la salud, por la inequidad y la falta de oportunidades.
Y durante estos episodios, un hecho marcó un punto de inflexión: la orden de parte del gobierno nacional de militarizar ciudades, pues significó un claro mensaje de que el gobierno sigue pensando el país en un contexto de guerra, que no está abierto al diálogo y mucho menos a romper con esa historia.
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Daniel Quintero, la piedra en el zapato del uribismo para las elecciones del 2022
Cuando Daniel Quintero llega a la alcaldía, desbarata la burocracia que por más de 20 años habían mantenido alcaldes y gobernadores uribistas y que funcionaba como un relojito para los intereses políticos y electorales de ese sector político y económico en la ciudad y el país; pero además, les destapó escándalos de contratación y corrupción que por años quisieron tapar y normalizar con excusas como el modelo estado – empresa – academia, o el gobierno corporativo que pretendían mantener el status quo y la apariencia de estabilidad a costa de temas tan graves como lo sucedido con Hidroituango y con contratos que pagaba lo público y beneficiaban a lo privado.
Los golpes que ha recibido el uribismo por parte de Quintero, no solo son burocráticos, económicos y legales, sino también mediáticos. El mismo alcalde Daniel Quintero, en entrevista con Vicky Dávila en Semana, asegura que el tiempo del ex presidente Álvaro Uribe Vélez ya pasó y representa tiempos pasados que no van acorde a lo que ahora las personas necesitan. O en otro espacio, le recordó que él es la oposición, producto de perder las elecciones.