La semana pasada, la ciudad y el país se conmocionaron al conocer la noticia del presunto abuso sexual de más de 14 menores en un jardín infantil de Buen Comienzo en la Comuna 2, Santa Cruz. El lamentable hecho, suscitó reacciones inmediatas que condenaban los hechos y pedían celeridad en las investigaciones; sin embargo, un hecho marcó lo sucedido: el oportunismo político de una oposición que está en decadencia.
Para entender mejor la magnitud de los hechos, hay que recordar que a principio de año se dio una controversia en la ciudad, cuándo la administración de Daniel Quintero decidió poner lupa a los requisitos de contratación de los operadores del programa, lo que fue utilizado desde las trincheras de algunos para deslegitimar el trabajo y hacer política, así que pretendieron decir que endurecer los requisitos para operadores de Buen Comienzo, era un ataque a las instituciones.
Fue así, como la semana pasada aprovechando lo hecho por la Alcaldía, algunos señalaron que lo sucedido en el jardín se debía a los cambios realizados, cuando en realidad el operador involucrado llevaba 12 años en el programa y un caso tan delicado como este no necesita que nadie salga a buscar réditos políticos, ni a desviar el foco de lo importante. A escena han salido personajes como Simón Molina o Bernardo Alejandro Guerra, quienes se han caracterizado por hacer una oposición que sobrepasa los límites de la irracionalidad.
En un hecho sin precedentes, han comenzado a utilizar la ciudad como una trinchera política, con ánimo revanchista y poco constructivo, que ataca los procesos por el simple hecho de haber perdido una estructura que por años les sirvió a su maquinaria pero que hoy, simplemente ven como un blanco al que hay que desestabilizar con miras a las próximas elecciones.
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