Foto: Semana
El periódico El Colombiano es la radiografía de esa Colombia misógina, corrupta y ultra conservadora, que enfila todas sus herramientas de poder a aquellos que no ceden ante sus intereses.
Es el caso de la Alcaldía de Medellín que decidió no seguir el legado de Federico Gutiérrez que le invirtió en pauta más de $3 mil millones a El Colombiano y que lo tenía de agencia de prensa. Esta administración, en cambio, le entregó $100 millones y decidió entregarle pauta a diferentes medios como una medida más equitativa, lo que ha desatado toda la furia mediática del agonizante medio.
Y es que más allá de eso, El Colombiano es una máquina al servicio de unos cuántos. El tío de la esposa de Alfredo Ramos fue uno de sus fundadores, el político uribista Juan Gómez Martínez, miembro del Comité de ética del CD fue su editor y su línea editorial política es tan sesgada que el medio se encuentra en quiebra y es superado en visitas por muchos otros medios.
La decadencia de El Colombiano está unida la decadencia del uribismo
Pero lo peor de ese medio al servicio de una clase política en debacle, igual que ellos, es que tienen encima un caso de acoso sexual en el que debió salir la persona acosada y no el poderoso que la acoso. Además, se ha conocido que al interior de la empresa el ambiente laboral es muy pesado y tensionante y que, según fuentes, la crisis económica hasta ha quitado beneficios laborales a sus abusados empleados. Uribismo puro.
Le quedaría mejor a El Colombiano enfilar sus baterías en recuperar su agonizante medio y recuperar sus propias estadísticas.
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