La contienda política está llena de candidatos ‘refritos’ al servicio del establecimiento, que en el paro nacional se quedaron callados, criticaron o pidieron marchar virtualmente, pero que ahora se venden como la gran renovación que entiende las necesidades del pueblo.
Es así como en el Partido Verde, Angélica Lozano ha hecho hasta lo imposible por imponer su candidato de la Coalición de la Esperanza, Sergio Fajardo, a como dé lugar, y en ese mismo sentido va en contra hasta de lo que desde las bases se le dice.
Como Medellín era una de las tierras del Fajardismo, donde habían impuesto su discurso el primero en intentar resucitar ese agonizante movimiento fue Daniel Duque, quién ha resultado ser un clientelista cualquiera que pide puestos para su gente pero que vocifera y critica en redes porque contratan personas de otra línea.
Por el otro lado, está Daniel Carvalho, quien aspira a llegar a la Cámara de Representantes por esa Coalición y a cambio ya cogió el libreto y quiere mostrarse como un defensor de lo público después de guardar cuatro años de silencio con escándalos gravísimos de Federico Gutiérrez.
La jugada de Carvalho es estratégica porque además de llegar a intentar defender los “ideales” del Fajardismo en Antioquia es un aliado del exalcalde de Medellín, como quien dice iría con dos candidatos detrás de la burocracia que tanto le gusta.
Y aunque esos dos candidatos hagan campañas, ruido, pataletas en la ciudad lo cierto es que cada día están más desprestigiados y su candidato va en caída libre y el partido al que pertenece Duque no se ve representado en Fajardo y muy a pesar de las jugaditas de la muñeca por manipular encuestas e interpretarlos a su manera lo cierto es que las bases del partido se ven identificados con otro candidato.
Los resultados que no muestran ganador al mesías de ese sector verde que si lo idolatra los tiene en el show mediático y lamentable que se acostumbraron a hacer para imponer sus ideales, en los que son tan perfectos como oposición y tan nefastos como gobernantes, basta ver a los Danieles clientelistas de Medellín y a la Claudia clientelista de Bogotá.
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